¿Cuándo la ‘transformación radical’ del periodismo mexicano?

Este artículo se escribió antes de que ésto sucediera. (La transcripción del video, aquí.)

El Internet enfatiza lo relativo de la percepción del tiempo. Funcionando 24/7, Twitter es de hecho el vivo reflejo (literal y simbólico) del Internet y de cómo los humanos vivimos temporalmente.

Siendo una «interfaz de programación de aplicaciones», Twitter se puede visualizar y experimentar en una variedad de plataformas, formatos y temporalidades.

Twitter es una plataforma de «microblogging», por lo que esencialmente está basado en el sistema del blog, donde los «posts» más recientes aparecen arriba, impulsando los anteriores hacia abajo. Así Twitter sucede sin interrupción, un devenir infinito de información colectiva internacional. Es, precisamente, un feed colectivo y múltiple, lo que quiere decir comunitario, global y heterogéneo, donde la agregación de información en un mismo espacio delimitado la lleva a cabo un grupo y no un sólo individuo.

Al mismo tiempo, el individuo es responsable de «curar» su propio feed o «timeline«. Un timeline sin curaduría sería como the matrix o la locura del poeta Hölderlin: intolerable en su exceso. Así, en Twitter la responsabilidad del consumo de información es un proceso activo por parte del usuario; no más el televidente pasivo (o enfurecido) condenado a mirar el canal 2.

Pero la interacción de diferentes fuentes de información, proveniente de diferentes países en diferentes zonas horarias, permite relativizar el «tiempo real» del usuario; interrogar la naturaleza arbitraria de los horarios de trabajo, ofreciendo la información naturalmente de una manera comparativa. Al conglomerar diferentes fuentes en una misma secuencia, la autoridad de una fuente determinada se relativiza, y obliga al usuario a compararles.

En el pasado el ciudadano tenía que conformarse con los medios que tenía a su alcance físico y material; con acceso a Internet es posible producir y recibir noticias casi en el momento preciso en que suceden, desde diferentes fuentes nacionales e internacionales, independientes, gubernamentales, masivas, transnacionales, en su idioma original y en traducción. Antes la mediocridad periodística se podía ocultar gracias a la falta de puntos de comparación. Esto ya no es ni puede ser así.

Mientras las horas pasaban lentas ayer sin noticias sobre los cuatro reporteros mexicanos que fueron secuestrados el lunes, el director de Polis, un «think tank» de periodismo de la London School of Economics, Charlie Beckett, tuiteó el vínculo a un artículo que publicó en su blog sobre lo que se ha denominado «networked journalism» o periodismo en red, donde asegura que «la tecnología y otros profundos cambios sociales significan que no hay modo en que el periodismo no sufra una transformación radical.»

Sin embargo, al parecer estas son noticias que se han tardado mucho en penetrar la complicada realidad mexicana.

La liberación de uno de los reporteros secuestrados el pasado lunes, Héctor Gordoa, fue anunciada antes en el diario español El País que en el diario nacional mexicano La Jornada, que sacó la noticia hasta las 18:41 horas CDT. (Desafortunadamente, la versión en Internet de El País no indica la hora en que se publican los artículos).

Siguiendo las noticias en Internet ha sido profundamente frustrante darse cuenta del efectivo bloqueo a la información. Aunque se podía argumentar que al principio era importante guardar mesura para no afectar las negociaciones, a partir del miércoles en que medios nacionales e internacionales dieron la noticia, ya no existe razón alguna para no informar en medios mexicanos sobre el asunto.

La responsabilidad de los comunicadores profesionales es precisamente informar. El diálogo con la ciudadanía debe establecerse. Aunque CNN en México publicó ayer una nota sobre el hashtag #losqueremosvivos, la nota es completamente insulsa. Ante la falta de noticias sobre el secuestro, una no-noticia.

La denuncia en Twitter no puede ser sólamente el equivalente apoltronado de una marcha pequeñoburguesa contra la inseguridad; la denuncia en Twitter (como un medio diseñado para el intercambio de información) debe ser un reclamo por la libertad de prensa.

El secuestro de comunicadores sólo deja claro que existe un estado de ingobernabilidad total donde la libertad de expresión y el derecho de los ciudadanos a ser informados (y a informar a los demás) sobre lo que acontece en el país está mermada.

Aunque se comprende la necesidad de cautela y mesura, en tiempos del periodismo digital es perfectamente posible ser profesional (precabido, confirmar datos y fuentes, cerciorarse de los riesgos etc.) y ser efectivo y rápido. No es posible que los mexicanos nos enteremos antes de lo que pasa en México a través de un diario español, británico o estadounidense que de un diario mexicano.

¿Cuántos más secuestros y catástrofes antes que el periodismo mexicano comience su transformación radical?