Las palabras de la violencia

En México se dice que «ya estamos hasta la madre» de casi todo lo que importuna. Estamos hasta la madre de la contaminación, de los baches, del tráfico, de la selección, de la política, de la corrupción, de la violencia; estamos, incluso, hasta la madre de estar hasta la madre, indignación al cuadrado que subordina la reflexión al mero hecho enunciativo. Un claro ejemplo de esto es la campaña Alguien tenía que decirlo, cuyo propósito es el de documentar fotográficamente irregularidades que los habitantes de la ciudad de México viven diariamente, mediante la denominación de cada problema antecedido por la palabra «pinche»: Pinche bache, pinche tráfico, pinche inundación, pinche inseguridad, pinche corrupción, pinche violencia.

Lo cierto es que, sin darnos cuenta, las palabras de la violencia se han apoderado poco a poco de nosotros. Lo notó ya Raymundo Riva Palacios en un artículo en El País ( 21 de abril de 2010) titulado «Las palabras sí importan«, y lo ha reafirmado no sólo la realidad desde entonces sino también esta nota de José Luis Ruiz en El Universal (22 de enero de 2011) titulada «El narco infiltra el lenguaje«. Entonces, de repente, hemos comenzado a hablar como ellos, hemos comenzado a nombrar el mundo según una perspectiva del mundo que no es la nuestra pero que comienza a serlo, porque es imposible permanecer indiferente frente a ella:

Manta dice: "AGARRASE GOVIERNO UNIDO AL MAYO Y AL ENANO MONTA PERROS EMPEZANDO POR EL ARTISTA (LUIS MIGUEL) VAN A SABER QUIEN MANDA PINCHES 29 TRAICIONEROS" [sic]. Via Noroeste.com

foto via Noroeste.com

Las palabras de la violencia cumplen admirablemente con la coherencia entre sentido y forma: violentan a la sociedad y violentan el lenguaje al mismo tiempo. Sí, de acuerdo: pinches drogas, pinche narcotráfico, pinche mala ortografía, pinche violencia, pero ninguna de estas palabras supera el valor denotativo de nuestra indignación. Por eso iniciativas como la de 100 mil poetas por el cambio aparecen este 2011 para darle un nuevo valor a la palabra y devolverle la connotación perdida.

Quizá tendríamos que empezar por ahí, por restituirle a las palabras ese valor que estamos dejando que nos arrebaten.


Instrumentos para matar

Hotbed Info

photo via Hotbed Info

El día de ayer el filósofo y empresario A.C. Grayling publicó una editorial en la edición dominical del diario Británico The Independent titulada «¿Qué sería Breivik sin un arma?».

La nota hace una pregunta fundamental: ¿por qué, en los reportes de la masacre xenófoba perpetrada por el noruego Anders Behring Breivik, no se ha cuestionado el papel del tráfico legal e ilegal de armas?

Grayling hace dos observaciones: que el tráfico de drogas y de armas están intímamente relacionados, y que la legalización de unas (al estilo del tabaco y del alcohol) y la prohibición y estricta regulación de las otras podría salvar miles de vidas. Para esto menciona, en frase parentética, el ejemplo de México.

Dice Grayling (traduzco):

El mundo está de cabeza en la mayoría de las cosas, pero en nada tanto como en el hecho que un loco puede comprar un arma, un instrumento extremadamente peligroso, en una tienda estadounidense o noruega, pero las «drogas» están prohibidas y perseguidas y legisladas a un alto costo para la sociedad. De hecho, las ironías son mayores: ya que las drogas (a excepción de algunas de las más peligrosas y dañinas, como el alcohol y la nicotina) se criminalizan pero el negocio de armas no, los cárteles que trafican las drogas se matan los unos a los otros con las armas, y no infrecuentemente también matan a los policías que les persiguen. Este es un claro ejemplo de la irracionalidad del estado de cosas. Prohibamos las armas y pongamos a la heroína bajo las mismas leyes que el alcohol –los tontos continuarán abusando de ambos, haciéndose daño principalmente a  si mismos: el abuso de armas daña a otros, y también en ocasiones a demasiados– y de un plumazo billones de dólares y miles de vidas (pensemos en México) serían salvadas.

Grayling propone que las armas deberían llamarse «instrumentos para matar altamente peligrosos», y sugiere regular su tráfico legal con propuestas concretas: sólo aquellos autorizados y capacitados para ello podrían hacer uso de ellas.

Me sorprendió, por ejemplo, el terrible simbolismo del logotipo elegido por Global Voices para este festival de blogs:

Festival de Blogs: México, Ciudadanía, Violencia y Blogs

¿De qué manera hemos normalizado el papel definitivo del acceso a las armas en el conflicto de la droga en México? ¿Cuáles son los peligros de acostumbrarnos a su presencia y apariencia, y hasta cuando lo vamos a tolerar? ¿Cuándo quedará claro quiénes son los verdaderos culpables de que el periodismo cotidiano se haya vuelto una nota roja permanente?

Por supuesto, todos sabemos que el tráfico legal e ilegal de armas (como el de las drogas y el petróleo) es lo que mueve al mundo (y le destruye). Reportes sobre la Mara Salvatrucha, por ejemplo, han dejado claro que los que más se benefician del negocio billonario de la droga no tienen tatuajes ni viven en asentamientos irregulares.

Son las comunidades empobrecidas y aterradas, jóvenes sin educación ni acceso a mecanismos de injerencia en la vida pública por medios pacíficos, los que, anestesiando con marihuana y cocaína el dolor del luto perpetuo de comunidades fracturadas, son perpetradores directos, y sin embargo intermediarios, víctimas directas y chivos expiatorios de la violencia vuelta life style (Liebel 2004, PDF).

Breivik, sin embargo, no es víctima de esta violencia directa y simbólica. En el seno de uno de los países más desarrollados del orbe, el acceso a las armas posibilitó la transformación de su xenofobia en preclaros actos de terrorismo. En México, Centroamérica y otras regiones en vías de desarrollo el acceso a las armas tiene otras lógicas y procesos.

De cualquier forma, en ambos casos urge preguntarnos a quién beneficia que los gobiernos no tomen en serio el debate sobre la re-legalización y re-clasificación de las drogas legales e ilegales y sobre la atrocidad que es el libre comercio de armas en los países ricos.

Es en este panorma que resulta curioso que Daniel Ávila Camacho, en «Interrelationship between Drug Trafficking and the Illicit Arms Trade in Central America and Northern South America» [PDF]  diga que «drugs and arms are inoffensive phenomena in themselves, but, depending on the context in which they are used, they can be either beneficial or harmful to societies and individuals.» [Las armas y las drogas son fenómenos inofensivos en sí mismos, pero dependiendo del contexto en que se usen, pueden ser benéficas o dañinas a las sociedades e individuos.» Mi enfásis].

Grayling anticipa en su nota el argumento típico de las derechas estadounidenses, aquél que afirma que «las armas no matan; las personas sí.» ¿Qué significa «un fenómeno en sí mismo»? ¿Existe tal cosa? Y, ¿no son ciertos «fenómenos» más directamente propensos a resultar mortalmente «dañinos» que otros, independientemente de contexto de uso? Y, si admitimos un estado de cosas dominado por la más absoluta incompetencia y corrupción, ¿cómo confiar en que habría algún modo en que drogas y armas (sobre todo juntas) resulten no «dañinas»?


Legalizar las drogas en México

portada Nexos octubre 2010 "Legalizar las drogas"Celebramos que el último número de la Revista Nexos se pueda leer en línea en su totalidad. Sobre todo para quienes no la podemos conseguir en papel donde vivimos, es un gran regalo poderla leer completa así, aunque se extrañe la calidez y comodidad del medio impreso.

Este número es particularmente interesante pues establece una posición editorial concreta a favor de la legalización de las drogas.

El número también incluye «Legalizar, un informe. De la redacción,» donde se fundamenta la posición de la revista.

Particularmente interesante resulta la discusión de la contraparte estadounidense, en el texto «Legalización en Norteamérica: el lado económico,» de Gerardo Esquivel.

En fin, el número no tiene desperdicio. En estos tiempos de insatisfacción generalizada y falta de propuestas viables, se celebra que Nexos lleve la discusión teórica o intelectual de uno de los problemas más graves del México actual (el narcotráfico y sus consecuencias) al ámbito de la propuesta abierta y precisa. Así la revista prueba que más que sólo entretenimiento o «cultura», las publicaciones pueden conformarse en «Think Tanks» propiamente.

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¿Cómo solucionar el problema del narcotráfico en México?

#SinLugar hace la pregunta. Ustedes aportan las ideas.

Al menos como terapia colectiva, quizá de algo sirva. Necesitamos una lluvia de ideas nacional.

Ya que aquellos obviamente no han pensado en qué hacer, pongámonos a pensar un poco. Ojalá participen.

El espacio para aportar ideas está aquí.

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